Fili: el apellido del helado

Ángel Fili nos cuenta que la heladería lleva 75 años en un lugar físico, en la esquina de Sarmiento y Güemes; pero que todo comenzó por las calles de Salta. Después de la primera guerra mundial, su abuelo paterno llegó al país desde Italia. Pudo hacerlo gracias a que una hermana de su abuela fue la primera de la familia que llegó y se instaló en Salta. Su padre junto a su abuelo repartían leche y con el remanente que quedaba empezaron a hacer helado artesanal, porque nada podía desperdiciarse. Comenzaron a salir con el barquito por las calles de la ciudad. Esta familia hace más de ochenta años que se mantiene en el rubro, involucra a cuatro generaciones y cuentan con familias de clientes que llevan cinco o hasta seis generaciones eligiendo los helados de Fili.

Ángel relata que desde chico estaba cerca de las ollas jugando; esa es la manera en que se trasmite el legado, “observar y ver cómo se hace”, señala. Muchas son las anécdotas y vivencias con los clientes. En esta oportunidad recuerda a un cliente muy especial, el señor Fleming Normando. Esta persona llegaba a la heladería y todos los días pedía el mismo gusto, chocolate. En una ocasión, dijo que el chocolate no era el mismo de siempre. El padre y el tío de Ángel trabajaron arduamente para ver donde estaba esa diferencia en el gusto a la que se refería el cliente, para ellos al principio resultaba imperceptible. Finalmente, y después de buscar en forma obsesiva, encontraron la diferencia, la balanza tenía un cinco por ciento menos de cacao que lo que originalmente indicaba la receta para la preparación del helado. Sorprendidos por la observación del cliente y de ese paladar tan delicado; decidieron hacer dos tachadas de helado. Uno con el faltante de cacao, utilizando la balanza que fallaba y que luego tuvieron que cambiar, pero que hasta el día de hoy conservan como objeto simbólico y de valor histórico. Y otro con la proporción correcta. Le dieron dos cucharitas para que el cliente pruebe los helados y dictamine. Se llevaron una sorpresa cuando la persona reconoció el helado hecho con las proporciones correctas y afirmó conforme “este es el chocolate de ustedes”. Ángel Fili reflexiona y asegura que es por esa razón que mantienen un respeto absoluto por sus clientes, sin modificar las recetas que eligieron y que son la identidad de la heladería. “Ellos lo conocen más que nosotros al helado”, comenta.

La familia Fili reconoce que gracias a sus clientes pudieron crecer, y manifiestan un profundo agradecimiento por eso. Hace tres años abrieron una sucursal en barrio Tres Cerritos. Un valor importante que cultivan se resume en esta frase “hay que dejar el lugar que a uno le tocó mejor de cuando lo recibió”. Es la pasión y el respeto por sus antepasados lo que los impulsa a seguir trabajando, por ese legado que recibieron. “Siempre respetamos a la persona que entra y elige nuestro negocio, consideramos que tiene que salir aún más contenta cuando se va”, cierra Ángel.

Salta es Cultura quiere rendirle un homenaje a don Ángel Fili, trabajador incansable y ejemplar, el hijo mayor que con señorío y humildad estuvo al frente de la empresa más de medio siglo.

Lic. Natalia Guadalupe Rivero