Es uno de los más notables hombres de la poesía salteña, fue gobernador de Salta y su erudición en las letras competía solamente con su honradez y hombría de bien. En esta obra, nos deja muchas rimas que confluyen en una suerte de tratado de filosofía existencial.
IX
Las gentes viven en la santa gracia
de una mutua, perenne adulación;
sólo en los inconscientes hay audacia
para oponerse a la social ficción.
Los inconscientes muestran sin aliños
hipócritas, la humana realidad:
por eso son los locos, son los niños
y son los ebrios que hablan la verdad.
Dicen también que el genio es inconsciente,
y el genio es la visión de lo ulterior;
¿acaso esa inconsciencia superior?
Que los sabios descifren el enigma;
yo como ebrio que soy de buena fé,
sin temor de los necios al estigma,
honradamente grito lo que sé.
¡El hombre es un mendigo de placeres,
el mundo es una orgía en confusión,
y en la escala infinita de los seres,
borrachos todos en la vida son!
Los dandys y coquetas cuando exhiben
en los teatros, las plazas y las calles
vistosos trajes y apretados talles,
ebrios los pobres van de vanidad;
muñecos bien vestidos con que juega
en su existencia frívola y ociosa
esa niña voluble y caprichosa
que llaman Sociedad!
La guerra es noble y su venganza es justa,
si va en defensa de una santa idea;
pero nunca jamás cuando se emplea
con un bastardo afán.
Para mí esos laureados asesinos
que logran por sus crímenes un solio,
las gradas al trepar del Capitolio
ebrios de sangre van!
El tribuno inspirado cuyo acento
escucha el pueblo con asombro y pasmo,
y a quien la turba en férvido entusiasmo
lleva en marcha triunfal por la ciudad,
entre las muchedumbres que lo aclaman
en el día feliz de la victoria,
ebrio de gloria va porque la gloria
es también una rápida ebriedad!
La pareja gentil de adolescentes,
que debiéndose el alma en las miradas,
con las trémulas manos enlazadas
se encienden por instantes de rubor,
y por instantes, con ardiente rapto,
en dulces, largos, resonantes besos,
unen sus labios abrasados… ¡Esos
están ebrios de amor!
El artista en sus noches de delirio,
cuando frente a la gran naturaleza
buscando el ideal a la belleza
le brinda inspiración la soledad,
ebrio de ideas el cerebro siente
y es de su alma en la celeste orgía,
su divino licor la poesía
y su vaso la azul inmensidad!
Ebria está de sí misma la natura;
ebrio de fuerza el toro cuya estampa
cuando libre reinó en la libre pampa
fue del desierto el símbolo triunfal.
Hay en el bosque una embriaguez de vida;
El céfiro aletea ebrio de aroma,
Ebria de primavera la paloma,
Ebrio de cielo el lírico zorzal.
Las plantas se emborrachan con rocío;
vaso de rica esencia son las flores
dónde van las insectos zumbadores
y alegres iban su licor de miel.
¡Hasta el cóndor andino, cuando el alba
tiende el vuelo triunfal de cumbre a cumbre,
bebe rayos de sol, y ebrio de lumbre
lanzarse al éter a reinar en él!
¡Ah, yo también en las contadas horas
que en esta vida disfruté de calma,
gocé de esa embriaguez que siente el alma
cuando se tiene inspiración y amor;
hoy que yo mismo agoto mi existencia
en la agonía de un suicidio lento,
de vino estoy, por fuera, emulento;
por dentro estoy, borracho de dolor!
X
Todo se bambolea en torno mío;
todo a mi oído fúnebre retumba;
y ebria la humanidad hacia la tumba
marcha en carnavalesca procesión;
el hombre errante y huérfano en la tierra
la tierra errante y huérfana en el cielo,
y en un sollozo universal de duelo
refundida la voz de la creación!
¡El aire está impregnado de sollozos,
estériles los campos y sombríos;
crecen con sangre y lágrimas los ríos,
llevando sangre y lágrima al mar!
¡Como fiera en acecho está el abismo,
y en la naturaleza y en el alma
se anuncia en signos de inquietante calma
el misterio de un trágico avatar!
¡Todo es noche y dolor! Allá en la tarde
ebrio se acuesta el sol en el ocaso
y las estrellas con incierto paso
ebrias caminan de su disco en pos!
¡La tierra es un sepulcro de que el cielo
es la lápida inmensa y triste y muda,
¡Todo es noche y dolor…! Ebrio, sin duda,
cuando hizo el universo estaba Dios!
¡Amigos, maldición sobre la vida!
cuando yo caiga a vuestro lado, inerte,
con una orgía festejad mi muerte
y al campo mi cadáver arrojad.
Haced como en las islas magallánicas
las tribus de sus páramos incultos,
donde dicen que entregan insepultos
los muertos a la vasta soledad!
¡Qué espléndido ataúd el de un paisaje
que bañen luz la bóveda celeste,
o el alta cima de un peñón agreste
siempre batido por el ronco mar!
Antes que me devoren los gusanos,
bajo un montón de piedras bien cubierto,
con mi cuerpo a las aves del desierto
un salvaje banquete quiero dar!
¡Ellas son más benignas que los hombres;
sólo devorarán mi carne fría,
mientras lo grande que en mi ser había
el mundo lo desgarra sin piedad!
¡Compañeros, un brindis a la muerte!
Un hurra extraño en nuestros labios vibre,
un hurra al más allá en que el alma es libre,
¡hurra a la eternidad!
¡Y hermoso es hoy, para morir, el día;
un sol de oro en el azul profundo
renueva el alba virginal del mundo
divinizando el cielo en su crisol;
¡tengo al sol en mi sangre efervescente,
el sol en mis pupilas centellea
hasta en mi copa de licor chispea
y ausente de mi espíritu está el sol!
¡Hermoso es hoy, para morir, el día;
un vasto mar de luz forma la esfera;
bogar sin fin en ese mar quisiera,
¡Si alguien, amigos, en la tierra os ama,
mandadle vuestra eterna despedida;…
yo en la hora fatal de la partida
no tengo a quién enviar mi último adiós!
Mi voz se pierde en el vacío inmenso
como se pierde en la desierta pampa
¡la que resuena aguda entre la trampa
pantanosa de una gran tembladera,
donde cae y se hunde, y al hundirse
con fuerza hinchando la nariz y roja
la espantada pupila, al viento arroja
fiero relincho indómito bagual.
Perdido hasta el encuentro se resuelve,
se esfuerza y brinca con violento ahínco,
pero más se sumerge a cada brinco,
y cuando entero se sumerge al fin,
agitase el fangal con fuerza; luego
tiembla apenas su verde superficie,
después calma y silencia… ¡la planicie
queda en paz hasta el último confín!
¡Nací para el amor y vivo solo;
quiere la acción y me consumo inerte;
busqué la gloria y la contraria suerte
sofoco en la miseria mi alto afán!
No alcanzo la armonía de lo grande,
y el equilibrio en lo ruin no acepto;
¡fugaz y débil como un pobre insecto
tengo ansias y soberbias de titán!
Soy la sombra de un dios desorbitado
que se despeña en reversión sin nombre
a una profundidad en la que el hombre
confina con la larva elemental.
¡Yo paso como un bólido en la noche,
que arde al tocar la atmósfera un segundo
y es después para siempre un vagabundo
calcinado fragmento sideral!
No sé si Dios, o el Hado, o la natura,
en torno y dentro de mi ser condensa
un halo prehistórico de inmensa,
inmutable, agresiva soledad.
¡Soy un fermento de los fangos cósmicos,
que llevo la impresión de una caída
sin fin, en desolada inmensidad!
¡Resto viviente del antiguo Caos,
náufrago de un enorme cataclismo,
yo vengo del abismo, y el abismo
prolonga sus borrascas en mi ser!
¡Cuando descienda al mundo de las sombras
con mi dolor se agrandará el infierno,
y mi alma, errante en el espacio eterno,
hará la noche universal crecer!