“De todo laberinto se sale por arriba”

Por el Tango y para el Tango

A mediados de los años ’60, cuando el tango atravesaba el momento más crítico de toda su historia, un distinguido grupo de poetas, músicos y pintores, concretaron un proyecto interdisciplinario que se conoció como “Ben Molar y su epopeya: 14 con el Tango”. Este acontecimiento abarcó todos los estilos de nuestra música ciudadana, logró despertar un gran interés en el público local y tuvo una enorme repercusión en el exterior.

La visión estratégica, la convocatoria a los que tenían una destacada trayectoria en su disciplina, la voluntad de trabajo y la amplitud de criterio lograron lo que parecía un imposible: hacer que el tango volviera a lucirse y retomara la senda que lo llevó a convertirse, cuarenta y tres años después, en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Se cumplía lo que, en 1966, afirmó el artista plástico Julio Martínez Howard: “El Tango tiene esencia de eternidad pura, más allá de todo almanaque”

En tiempos difíciles, una revolución tanguera

La década del cuarenta fue La Edad de Oro del tango, en esto concuerdan la mayoría de los estudiosos, de los músicos que provenían de la Guardia Vieja, así como los que después se definieron la Guardia Nueva. Pero en los años 1950 y 1960 el ritmo del dos por cuatro se vio desalojado del lugar privilegiado que tenía en la música y el baile popular y juvenil. El cantor Enrique Dumas recordaba aquellos tiempos diciendo: “Nací en el tango en momentos de marea baja, cuando se acercaba la fatídica década del ’60”; sufría los embates de la “Nueva Ola”.

La televisión argentina comenzó la emisión de “El Club del Clan” en el que se destacaban Palito Ortega, Violeta Rivas, Johnny Tedesco, Chico Novarro y Raúl Lavié que cantaba en castellano algunos temas de Paul Anka. En la radio se escuchaba, entre otros, a Elvis Presley, Chubby Checker, Chuck Berry, Los 5 Latinos, Baby Bell y Sandro. Estilos tan diversos como el de Pérez Prado, los Huauancó, el renovado Trío Los Panchos con la voz de Eydie Gormé y, sobre todo, el gran fenómeno de Los Beatles acaparaban la atención de los jóvenes argentinos. El tango no era un producto rentable para el negocio discográfico internacional.

Solamente, en los entonces multitudinarios “Grandes Bailes de Carnaval” se destinaban algunos minutos al tango, tanto como para que los mayores de 40 años pudiesen darse el lujo de bailarlo. En ese contexto apareció la figura paradigmática de Julio Sosa “El varón del Tango” y, con él, una nueva valoración del estilo del cantor de nuestra música ciudadana.

El tango persistía en la memoria de millones de porteños que lo habían vivido en plenitud entre ellos José Gobello, Nicolás Olivari, Amaro Villanueva Luis Soler Cañas y León Benarós quienes reunieron a un grupo de escritores y periodistas para considerar la creación de un instituto destinado al estudio del habla popular, aquella que caracterizaba a la poesía tanguera. Ellos fundaron La Academia Porteña del Lunfardo, el 21 de diciembre de 1962.

Cuando Astor Piazzolla lanzó profundos cambios en el tango se produjo una durísima polémica; Héctor Varela y Juan D’Arienzo eran grandes críticos de Piazzolla, mientras que Aníbal Troilo y Osvaldo Pugliese lo respetaban como músico y bandoneonista aunque con críticas ante la ruptura de ciertos cánones del tango.

Por otra parte el folklore argentino se afianzaba desde la provincia de Mendoza. En febrero de 1963 un grupo de músicos, poetas, bailarines y escritores —entre los que figuraban Armando Tejada Gómez, Víctor Nieto, Mercedes Sosa y Oscar Matus— dieron a conocer el “Manifiesto Nuevo Cancionero.”

“De todo laberinto se sale por arriba”

El 28 de junio de 1966 se produjo el golpe de Estado que instauró la autodenominada “Revolución Argentina”, comandada por el General Juan Carlos Onganía. El 29 de julio las universidades nacionales fueron intervenidas y ocupadas militarmente en el episodio que se recuerda como la “noche de los bastones largos”. La cultura no estaba dentro de las prioridades militares.

Eran años duros para el tango que debía desafiar la confrontación generacional y contracultural de los movimientos juveniles; el tango era “cosa de viejos” mientras que el rock era el emblema de la juventud. Las orquestas típicas se vieron obligadas a reducir las formaciones por la falta de trabajo, los conflictos sindicales y políticos de los artistas.

Los tangueros que no acostumbraban a firmar declaraciones, comprendieron la gravedad de la situación: estaban en una encrucijada y hacía falta actuar con inteligencia y creatividad. Como había escrito el poeta Leopoldo Marechal comprendieron que “De todo laberinto se sale por arriba.”

La iniciativa no se hizo esperar. El 4 de agosto de 1966 el diario La Razón publicó la noticia de que el empresario discográfico Ben Molar se había reunido con los escritores Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato; a pesar del distanciamiento que había entre ellos ambos se saludaron amistosamente y conversaron sobre los detalles de la producción tanguera que estaban preparando. Era la primera noticia sobre la ambiciosa propuesta interdisciplinaria de música, poesía y pintura sobre el tango que deseaba llevar a cabo Ben Molar, quien ya tenía fama de tanguero porque era amigo de, entre otros, Julio De Caro, Aníbal Troilo, Enrique Cadícamo y Tita Merello.

Haciendo gala de su larga trayectoria como productor cultural, Ben Molar reunió a 14 poetas, 14 músicos y 14 pintores; los eligió entre los mejores de estas disciplinas. Todos aceptaron sin vanidades estúpidas, depusieron las diferencias políticas que había entre ellos y aceptaron armonizar los diferentes estilos y técnicas que los caracterizaban. Una sola meta, una sola voluntad congregó a este grupo de consagrados cuya edad promedio superaba los 50 años.

Primero se convocó a los poetas: León Benarós, Jorge Luis Borges, Nicolás Cocaro, Córdova Iturburu, Florencio Escardó, Alberto Girri, Leopoldo Marechal, Carlos Mastronardi, Manuel Mujica Láinez, Conrado Nalé Roxlo, Ulises Petit de Murat, Ernesto Sabato y César Tiempo. Se incluyó también el poema “Setenta balcones y ninguna flor” de Baldomero Fernández Moreno, que había fallecido en 1950. Florencio Escardó afirmó: “En buena hora los dueños de los andariveles literarios abandonan la teoría de la exploración y el análisis, para ensayar la vivencia poética del tango y constituirse en parte activa de su actualidad y de su futuro”.

Una vez conseguidas las letras de estas figuras de la literatura argentina, se buscó entre los músicos más famosos y populares del tango. Ellos fueron: José Basso, Miguel Caló, Juan D’Arienzo, Alfredo De Angelis, Julio De Caro, Enrique Delfino, Lucio Demare, Osvaldo Manzi, Mariano Mores, Sebastián Piana, Astor Piazzolla, Armando Pontier, Héctor Stamponi y Aníbal Troilo.

Por último para ilustrar los temas ya compuestos se dieron cita Carlos Alonso, Héctor Basaldúa, Carlos Cañás, Santiago Cogorno, Zdravco Ducmelic, Raquel Forner, Vicente Forte, Mario Darío Grandi, Julio Martínez Howard, Onofrio Pacenza, Leoplodo Presas, Luis Seoane, Raúl Soldi y Carlos Torrallardona. Todas las obras fueron realizadas sobre cartón; cada cuadro con su estilo, expresó la vitalidad de los personajes tangueros, mostró sus actitudes, sus rostros y el paisaje ciudadano.

El proyecto estaba en marcha, se reunían periódicamente y ajustaban, retocaban, modificaban, hasta realizar los catorce tangos, y los catorce cuadros que significaron, para ese momento histórico, el nucleamiento más importante en el mundo, de artistas famosos que compartieron el objetivo de poner en valor la música popular.

Faltaba solamente buscar los cantantes para concretar la propuesta; ellos fueron: Claudio Bergé, Aída Denis, Enrique Dumas, Paula Gales, Reynaldo Martín, Héctor Morano y el Quinteto Vocal de Ricardo Verón todos acompañados por la orquesta de Alberto di Paulo.

En solo tres meses de trabajo combinado, el 17 de noviembre de 1966, se ofreció al público argentino una obra llena de talento y riqueza artística. “14 con el Tango” abarcó todos sus estilos: el tango canción, el tango milonga, el tango de vanguardia y el tango lunfardo; fue un extraordinario homenaje a la cultura rioplatense.

El plan se completó con la edición de un álbum en cuyo interior había un disco de larga duración. En él se publicaron las letras de todos los temas, el pensamiento de los artistas y las reproducciones de las obras que ilustraron cada uno de los tangos.

El desafío estaba superado, pero es necesario aclarar que el equipo estuvo integrado por cincuenta y un participantes: los cuarenta y dos artistas más un productor, un director de orquesta y siete intérpretes.

En el acto de presentación Ben Molar expresó su satisfacción y agradecimiento “Quiero que se sepa que mirando a Borges nació mi idea. Borges fue el primero; luego pedí a otros buenos amigos, poetas y escritores, que se acercaran a participar en nuestra siembra… y ellos, aportando la simiente de sus talentos nos ayudaron en esta tarea por el Tango y para el Tango. Y he aquí la cosecha. Esta y las que vendrán… Nuevos vientos van a soplar de hoy en más. Nuestras voces llegarán para decir sus cosas… Cantarán y contarán sus angustias y alegrías. Sus amores y sus desesperanzas. Los ayeres… Los mañanas… Aquí está, es para ustedes… ¡Para los que quieren al Tango, para los que lo han querido, y para los que inexorablemente concluirán por quererlo! Fue concebido pensando obsesivamente en que los tangos son para cantarlos, bailarlos, silbarlos, tararearlos, pero más que nada y sobre todo, para sentirlos. Fue concebido pensando en aquellos inolvidables del Tango que fueron Manzi, Discépolo, Celedonio Flores, y en homenaje a los que como ellos, formaron parte de una pléyade de hombres nuestros que hicieron el Tango para nosotros… y para el mundo… Con los Grandes de las Letras, de la Música y de la Pintura, que aunando esfuerzos y voluntades posibilitaron esta realización, brindo a ustedes el más ambicioso de mis sueños: “14 Con El Tango”

Proyección nacional e internacional de “14 con el Tango”

La repercusión de “14 con el Tango” en los medios locales y del exterior fue muy importante; los diarios, revistas, programas radiales y televisivos, le dedicaron sistemáticamente notas y comentarios. También se llevaron a cabo muchas mesas redondas organizadas por entidades culturales y artísticas.

En varios países del mundo se editó el disco, que recibió muchos premios y distinciones entre los que merecen recordarse: “Boom musical del año”, del Instituto de Opinión Pública. Hechos y Hombres 1966; “Medalla primer premio música ciudadana argentina”, del VI Festival Argentino de Disco Internacional de Mar del Plata; “Premio Leo”, 1966-1967; “Medalla del reconocimiento público”, del Tercer Festival del Oeste de Música Argentina, Chacabuco”.

Con todos estos reconocimientos Ben Molar comprobó que la música porteña era un árbol de raíces profundas que volvía a florecer en todo el mundo. Con el ímpetu que lo caracterizaba buscó el apoyo de SADAIC, ARGENTORES, SADE y, la Academia Porteña del Lunfardo, entre otras, para proponer que el 11 de diciembre se declarara como “Día Nacional del Tango”. Tuvo que esperar más de diez años para lograr que esta iniciativa fuera aprobada, el 19 de diciembre de 1977, por Decreto Nacional Nº 3781

Los cuadros fueron exhibidos, primero, en las vidrieras de catorce prestigiosos locales comerciales de la avenida Santa Fe para que estuvieran al alcance de todo el público. Posteriormente, los cuadros fueron expuestos también en el pequeño gran escenario del mundo intelectual y artístico: La Botica del Ángel, de Bergara Leumann. Las 14 obras fueron expuestas, con los auspicios de las Embajadas argentinas de cada uno de los países, en Israel, Grecia, España, Italia, Estados Unidos y Japón. En todas las muestras se difundió el disco y se hicieron conferencias en relación con el tango.

Poco a poco los jóvenes volvieron a sentir el tango; es interesante recordar que en 1970, en la Facultad de Odontología de la UBA “el Circulo de Amantes del Tango” realizó un festival del que participaron tanto músicos consagrados de la talla de Osvaldo Pugliese, Edmundo Rivero y Enrique Mario Francini, como nuevas expresiones, tales como Rodolfo Mederos, Osvaldo Piro y Juan Carlos “Tata” Cedrón.

Si bien “14 por el tango” revitalizó a los compositores e intérpretes, la danza no tuvo cabida en este emprendimiento. En los años ’70 el tango se había dejado de bailar y perduraba gracias a los compositores e intérpretes que lograban mantenerlo vivo entre los que se destacaron, Amelita Baltar, Enrique Dumas, Roberto Goyeneche y muy especialmente a Astor Piazzolla y Horacio Ferrer. El tango como danza tuvo su gran presentación con el espectáculo coreográfico-musical “Tango Argentino.” Sus creadores y directores fueron Claudio Segovia y Héctor Orezzoli, asesorados por el mítico Juan Carlos Copes. Se estrenó en el exterior, primero en París (1983) y después en Broadway (Nueva York, 1985). Su un enorme éxito de alcance mundial, lo mantuvo en las carteleras por más de una década y se le atribuye una influencia decisiva en el renacimiento mundial del tango como danza.

El éxito del tango en el exterior se hizo sentir con fuerza en nuestro país y, el 28 de junio de 1990, por Decreto 1235 del Poder Ejecutivo Nacional, fue creada La Academia Nacional del Tango de la República Argentina, fundada por Horacio Ferrer. En ese mismo año también se instaló  Salón Nacional de Pintura de Tango e Imagen Urbana que lleva el nombre de “Enrique Cadícamo”, y se realiza anualmente;  las obras seleccionadas y premiadas se exhibe en el Museo Municipal De Bellas Artes “Fernán Félix De Amador” de Luján, de la provincia de Buenos Aires.

Fueron sólo 51 las personalidades que  llevaron a cabo la epopeya de“14 con el Tango”, sin subsidios estatales ni sponsors privados; ellos lograron que nuestra música ciudadana saliera del laberinto que la llevaba a la decadencia y marcaron diferentes senderos que transitaron los nuevos creadores e intérpretes. Solamente diez lograron tener la satisfacción de verlo consagrado como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, en el año 2009. Ellos fueron: Ben Molar, su creador e impulsor; los poetas León Benarós y Ernesto Sábato; de los compositores musicales solamente Mariano Mores; de los artistas plásticos Carlos Alonso y Carlos Cañás; de los intérpretes, Claudio Berge,” El alemancito” Reinaldo Martin, Héctor Morano y Paula Gales.

Presagiando el reconocimiento universal de nuestra música rioplatense León Benarós declaró: “Veo en el Tango la trayectoria de un pensamiento íntimo que salta de su reducto para proyectarse hacia todos los pensamientos, recibiendo también generosamente el mensaje de todos ellos e incorporándolo al propio como maravillosa síntesis de sentimientos asimilados por su prodigiosa personalidad, nítida pero abierta”.

Nuestro homenaje a la “Epopeya de los 14 con el Tango”

El pasado 27 de agosto finalizó “Tango BA” Festival y Mundial, que está considerado un verdadero hito de la cultura de Buenos Aires; un gran evento donde se presentaron los mejores exponentes del tango, tanto locales como internacionales. La música y la danza rioplatense se vistieron de gala e hicieron de nuestra identidad cultural una exitosa fiesta.

En estos momentos de un nuevo esplendor queremos recordar a todos aquellos que supieron apostar por el Tango en los años ’60 cuando nuestra música ciudadana transitaba por los arrabales de la indiferencia del público y la industria discográfica.

Catalina Pantuso