Por Gregorio A. Caro Figueroa
A comienzos de abril de 1994, en vísperas de la Feria del Libro en la Ciudad de la Ciudad de Buenos Aires, entrevisté al licenciado Rubén Pérez Bugallo, uno de los más importantes investigadores de la música folklórica de Salta y de otras regiones argentinas. Sitial que comparte con Juan Alfonso Carrizo, Carlos Vega, Augusto Raúl Cortazar, Isabel Aretz – Thiele, Bruno Jacovella y la salteña Cristina Bianchetti.
Pérez Bugallo nació en Necochea el 11 de agosto de 1945 y falleció en Buenos Aires el 10 de febrero de 2007, a los 61 años. En julio de 1984, en el Instituto Nacional de Etnomusicología” presentó en Buenos Aires su obra “Relevamiento etnomusiológico de Salta”, trabajo comenzó a gestarse en 1978 y que desarrolló en territorio salteño durante la primera mitad de la década de 1980. En su tarea tuvo el firme apoyo del entonces director de Cultura de Salta, nuestro amigo y colega Ramiro Peñalva.
Entre 1980 y 1983, Pérez Bugallo viajó ocho veces a Salta para realizar sus investigaciones, las que nutren su libro sobre el folklore de Salta. El mismo incluye textos, fotografías y 2.000 registros de músicos e intérpretes nativos y no profesionales, grabados en cuatro áreas geográficas de nuestra provincia. En 1988 publicó en Buenos Aires su libro “Folklore musical de Salta”, obra de 440 páginas, que dedicó a su esposa, profesora Clara Gómez Montenegro y a sus hijos Martina, Nahuel y Julián.
Los días 2 y 3 de septiembre del año 2010, en la Coordinación de Bibliotecas y Archivos de la Provincia de Salta, se realizó un homenaje a Pérez Bugallo. A estas jornadas asistieron y disertaron, su esposa Clara, las licenciadas Lucía Bueno, Cristina Bianchetti y el maestro Carlos Abán, quien recordó a Pérez Bugallo como maestro y amigo. Como de este homenaje, músicos y alumnos de danza de El Galpón interpretaron “El Marote Chaqueño”, antigua danza que Perez Bugallo rescató de esa zona de Salta.
El texto que incluyo reproduzco aquí, sintetiza la entrevista y crónica de una disertación de Pérez Bugallo, ambas en abril de 1994 en la Ciudad de Buenos Aires.
“El folklore de Salta, que a partir de 1948 derrochó originalidad, vitalidad y talento, hoy parece atacado de manía imitadora, desgano y afán repetitivo. De lo que fue explosión nacional del folklore salteño durante más de treinta años, ahora quedan apenas algunas cenizas. Aquel impulso se ha perdido. Sin embargo, si se emprende una peregrinación a las fuentes criollas e indígenas auténticas puede pensarse en su renacimiento.
Pérez Bugallo hizo estas polémicas afirmaciones en la conferencia que, sobre “El ayer y hoy del folklore musical salteño”, leyó en la Feria del Libro durante el acto dedicado a Salta. A la exposición del especialista, que atrajo el interés de un público que colmó el Salón Azul, siguió la presentación del concertista de guitarra Gerardo Macchi Falú y un recital de poesía a cargo de Jorge Díaz Bavio. Abrió el acto el director de Cultura de Salta, Mario Carrer, quien explicó el sentido del acto y la trayectoria de los invitados.
El investigador Pérez Bugallo agrega a su condición de especialista en folklore salteño, la de un minucioso conocedor de los aspectos humanos, culturales y paisajísticos de Salta. Entre 1978 y 1983 perteneció al Instituto Nacional de Musicología. Realizó un relevamiento etnomusicológico de Salta entre 1978 y 1985. Actualmente es investigador del CONICET, docente, asesor de organismos nacionales y autor de 120 trabajos sobre su especialidad. Prosigue sus investigaciones sobre grupos criollos y aborígenes salteños.
El folklore más auténtico
Situado en el pasado, Pérez Bugallo trató primero la música criolla tradicional distinguiendo cuatro etno-musicales básicas dentro de la provincia.
En los Valles Calchaquíes y la Puna predomina la baguala en sus distintas variedades y la música bailable “carpera” que comenzó a difundir el “Payo” Sola a partir de la década de 1940. Música que arraigó en el Valle de Lerma. En la capital salteña están fuertemente implantadas las vidalas de comparsas de criollos que se autodenominan indios.
En el Chaco Salteño predomina el violín hechizo, rústico, que tiene diferente tonada y melodía en cada pueblo de esa área. Por último, en la pre-Puna oriental aparecen los instrumentos ceremoniales, básicamente la cometa que algunos llaman “erke”, que se tocan en las fiestas religiosas populares, y las coplas, distintas según sea el tiempo o el acontecimiento en que se canten. Así hay coplas de carnaval, de Pascua, de invierno o de “cacharpaya”.
Todas estas expresiones constituyen el núcleo del folklore tradicional que hunde sus raíces en la época colonial, explica Pérez Bugallo. La mayoría de ellas siguen con vida en esos sitios distantes de los circuitos comerciales. “Este ayer es también un hoy”, afirma. “¿Cómo fueron reinterpretando luego los artistas salteños este patrimonio tradicional, el único al que podríamos llamar folklore?”, se pregunta el especialista.
El «boom» folklórico de Salta
La respuesta tendrá en cuenta sólo los conjuntos folklóricos surgidos hacia finales de la década de 1940, dejando de lado a los solistas, los que “siempre han mantenido un nivel de calidad y dignidad”. En 1948 aparecen “Los Chalchaleros” provocando una gran revolución estilística. “La gente los identifica entonces y después con el canto tradicional de Salta y se equivocan, pues ellos inventaron todo, fueron grandes revolucionarios”.
¿En qué consiste ese aporte innovador? Según Pérez Bugallo, en que cuatro varones juntos suben al escenario, lo que no se había visto nunca. Tampoco se había visto antes el modo de cantar parados, ni hacerlo con el poncho puesto como los jinetes salteños, ni estar acompañados por tres guitarras y un bombo – asociación instrumental que no existía hasta ese momento-, ni tener la guitarra colgada a una especie de corbatero, o cantar haciendo dos dúos.
Todo era novedoso en ese conjunto que lo hacía “dando voces de mando”, según el tono de cada canción, o comiendo la última sílaba de la palabra. Incorporan además el lenguaje poético al folklore y recogen el aporte de los Dávalos, Castilla, Perdiguero, José Ríos y apoyados por el talento musical de Falú, y el “Cuchi” Leguizamón. Es la época de las famosas duplas: Castilla- Leguizamón, Falú-Dávalos, o Ríos y Botelli.
Con “Los Fronterizos” canta el país
En 1953 aparecen “Los Fronterizos” trayendo sus propios aportes. Son los que introducen las cuatro voces, cada uno en su registro: una de colorido vallisto, otra para el “floreo” que hizo Carlos Barbarán primero, un bajo y una tercera paralela por encima de la melodía (Madeo). Este estilo hizo época. Ellos aportaron mayor color regional, contrastando con el estilo ceremonioso y señorial y más urbano de “Los Chalchaleros”.
“Fueron Los Fronterizos los que inauguran el llamado aluvión salteño en Buenos Aires y quienes hicieron cantar folklore a toda la juventud argentina”. En 1957 aparecen “Los de Salta”, quienes se ajustan al esquema de “Los Fronterizos” pero aportando un repertorio propio, los arreglos y las disonancias y una modalidad coral diferente debida a Berríos, ese tenor excepcional. La dulzura de su voz le permitió encarar canciones románticas, del tipo de las serenatas.
En el mismo año aparecen “Las voces del Huayra” con un mismo esquema vocal y que aportan un más intenso color regional. Por ese conjunto pasaron figuras como Jorge Cafrune y Tutú Campos, que luego formó parte de “Los cantores del Alba” en 1959. Ellos inauguran un estilo que alcanza gran popularidad, explica Pérez Bugallo. Son los “asombrosos agudos y sobreagudos de Pantaleón y Campos, imposibles de imitar, y que lucen en las bagualas”.
Del auge a la crisis
El repaso de la historia del folklore salteño prosigue con “Los Nombradores” que, en 1958, con Lito Nievas, introducen cinco voces y tienen el aporte de Ariel Petrocelli. Pueden ser un antecedente del “Dúo Salteño” con las pautas del “Cuchi” Leguizamón. Este dúo alcanzó un excelente nivel, añade, pero no lograron popularidad y su difusión quedó reducida a una pequeña élite intelectual, pero siguen constituyendo un modelo innovador válido.
Citó luego con elogios al “Dúo Herencia”, de Icho Vaca y Melania Pérez, una voz “de poco común ductilidad, muchas veces tratada de imitar, aunque sin que nadie pueda hacerlo”. En tanto que “Las voces de Orán” es un trío que trae la novedad de la música del Chaco Salteño, recogiendo material anónimo tradicional. Su vida fue efímera.
Pérez Bugallo llega al hoy del folklore salteño. Advierte entonces que “de la explosión de aquellos años quedan hoy apenas algunas cenizas”. “¿Hay una crisis de talentos, de creatividad y originalidad?”, se pregunta. Es cierto, admite, que para los dueños de los aparatos difusores, Salta ya no aporta novedades ni resulta rentable promover su actual folklore. Los artistas de Salta están sin trabajo y, como círculo vicioso, esa situación les impide estar en forma.
Se forman conjuntos “rejuntados”. En la misma reciente Serenata a Cafayate, los intérpretes salteños fueron marginados. El sitio preferente lo ocuparon los cordobeses, santiagueños o porteños. A veces se buscan famosos de afuera, aunque sean malos, dice. El artista salteño ya no está en forma. Están como desorientados, sienten nostalgias de la época de oro pero no atinan a innovar. Se refugian en la imitación de lo viejo o de lo de afuera.
Este texto que escribí, se publicó en un periódico local con la firma de Rodrigo Alcorta, uno de mis seudónimos periodísticos registrados oficialmente.-