De Luis Andolfi
He conocido ciudades.
En algunas
me quedé para siempre en sus alcoholes
y por otras transité sin huellas.
Dormité en los hoteles y amanecí en los bares
donde huéspedes y bebedores
hipaban sus desvelos y cantaban sus sueños.
(En una celda, en Tucumán,
me recordé descalzo,
con mis zapatos de cabecera.
Y en Resistencia
desfilé con los presos por las calles del alba.
Estuve aquí y allá,
entre gente
que huía o regresaba o simplemente estaba.
En “La pequeña bolsa”, en Sáenz Peña,
donde Juan y María, de Kiev,
compartieron mi mesa y yo su gato,
y fragüé la loza en la esquina del ajedrez.)
Fuese cosa de andar o de enterarse al viento,
me aluciné de trenes y de barcos.
Tantas ciudades donde me he olvidado
un pañuelo, sonada la naríz.
Y yo en todas, quedándome
con un pie en el estribo de volver.