A CARLOS HUGO APARICIO Y SU “SILBO DE LA ESQUINA”

De Teresa Leonardi Herran

Poeta
gracias por desnudarnos tus sentires
por volvernos visible “la inmensidad de tus adentros”
Para escuchar tu Silbo de la esquina
ese bello animal en peligro de extinción
hay que escapar de tanta falsa música
que invade este aire finisecular
A tu Silbo solo se entra con el anacrónico corazón de los que amamos
a la enlutada lira de Vallejo y al tango
Tu poesía, madeleine sobreviviente en este reino de las hamburguesas
“rompe la memoria de su espacio”
y nos trae olorosos ayeres, lejanías
cuya belleza hiere por ausente
Ella, tan alta, “dándonos su oleaje de botella astillada”
nos desancla de este reptante tiempo
llevándonos a soñados países
de estremecidos hombres y mujeres
donde el amor aún dice en su lengua natal
en su idioma de sublime ridiculez
sus “pero qué variaciones mi vida
para dulcearte entera
no separarnos nunca
enterrarnos por las mejillas cada uno en el otro”

Juglar
a toda pérdida y derrumbe le curás su sollozos
con esta ardiente epifanía
donde los retazos al fin están reunidos
los escombros salvados de cenizas y olvidos,
el hilo perdurable yapado al hilo que se corta
¡Sastre, buhonero, conspirador
tantos rostros para vencer a la muerte
como lo dijo aquel maldito Charles de París!
Ni ciego ni cínico ni en Babia
porque “el ojo es de este mundo el corazón del cielo
y a la visión atenta y amorosa tanta palabra exacta
sobre el hombre alienado por el crédito
y “la mujer que gana su comida repartiendo su cuerpo solitario
y el cadáver del pobre sobre la caja del camión saltando
y el vértigo de caras sin salvación”
Porque “el ojo es de este mundo el corazón del cielo”
con los compadres del suburbio pobre apostaste a los sueños
“con fiebre hicieron otra realidad
cantaron mirándose entre el humo
y salibando lo encararon a Dios hasta dejarlo mudo”
Oh corazón tiznado, oh bandoneón doliente
que atravesás gimiendo esta época baldía
y conocés “que la luz que emana del foco turbio de la esquina”
y el charco sobre tierra que espejea a las estrellas
son materias eternas, memorables
que no podrá oxidar el impiadoso viento del progreso
Me recuerdas al Angelus de Klee
con su mirada vuelta hacia el pasado
su multitud de ruinas, de vencidos, de ínfimos
que en tu canto salobre encuentran redención

Carlos Hugo, mon semblable, mon frère
sospecho que tu silbo, tu resuello, tu rezongo
es secreta esperanza que incesante
“viaja hacia el porvenir de un día
de un solo día abierto
abierto como un vuelo
como un vuelo rasante”

Teresa Leonardi Herran