De Jaime Dávalos
Vengo del ronco tambor de la luna,
en la memoria del puro animal,
soy una astilla de tierra que vuelve
hacia su antigua raíz mineral.
Soy el que canta detrás de la copla,
el que en la espuma del río hai’i volver,
paisaje vivo, mi canto es el agua
que por las selvas sube a florecer.
Nombro la tierra que el trópico abraza
puente de estrellas, cintura de luz,
y al corazón maderero de Salta,
subo en bagualas por la noche azul.
Vengo de adentro del hombre dormido
bajo la tierra gredosa y carnal,
rama de sangre florezco en el vino
y el amor bárbaro carnaval.